martes, 29 de noviembre de 2016

NADA

La natación es mi deporte favorito. Me encanta el agua y la sensación de libertad que me produce nadar. También me gusta la sensación de soledad, de estar tú sola con tus pensamientos repitiendo un movimiento mecánico, pautando tu respiración. Y entonces me resulta muy fácil concentrarme: en algo o en nada. Nadar y no pensar en nada.

Hubo un tiempo, entre los ventitantos y los treintaypocos en que nadé mucho, pero mucho. Entonces trabajaba como editora freelance desde casa, me pasaba el día leyendo libros y corrigiendo pruebas. Para partir el día y estirar las piernas me iba a la piscina a la hora de comer. Iba seis días a la semana y hacía fácilmente más de 2,5km cada día. Cuando llegaba la primavera alargaba los entrenamientos hasta los 4km al día y en verano me apuntaba a algunas travesías en aguas abiertas: en la playa de Cullera, a la isla de Benidorm, de Santa Pola a la isla de Tabarca... Aquellos eran otros tiempos.
Dos hijos después dejé de nadar tan intensivamente, y después de varios años he vuelto a la piscina.
Y he vuelto a sentir esa sensación de libertad. Y he encontrado tiempo para pensar. Y para crear...
La piscina a la que voy ahora está hecha de teselas y allí he encontrado la inspiración y las ganas para componer esto.


Tenía una caja llena de estas orlas


Y ni corta ni perezosa cogí un par de cartulinas y me hice un prototipo. La tarea que me había propuesto no se hacía en un par de horas, así que iba a ser mejor si me aseguraba de que la idea "brillante" que se me había ocurrido nadando iba quedar igual de bien sobre el papel. Lo más importante ahora era averiguar el formato y la proporción mancha de tinta/blanco.


Y esto hice



Medí con el tipómetro para que en mi prototipo las medidas fueran luego trasladables a los tipos y los blancos que iba a necesitar; y así el prototipo fuese lo más real posible.
Estuve indecisa con el tamaño del papel, con el cuerpo de las letras, con el tamaño de la zona entintada y de la zona que quedaría blanca..., pero al final tomé una decisión y me puse manos a la obra. Como iba a ser un impreso a dos tintas, había que componer primero el molde de una tinta (el azul claro en este caso) y después distribuir ese molde y componer el de la segunda tinta.



Y empecé a componer, primero usé líneas de diez cíceros (¿o cíceros de diez líneas? :-) para dejar el hueco del azul oscuro, y cuando tenía cinco líneas compuestas, cambiaba las regletas por blancos de aluminio de 6x10.

¡Precaución! maniobra delicada.

Y vas progresando (tanto, que empiezas haciendo fotos con la luz del día y acabas con la del flexo).


Y progresas todavía más, tanto, que tienes que quitar los blancos de aluminio de 6x10 para poner imposiciones. No sé si alguna vez lo he comentado en este blog, pero una de las cosas más importantes que hay que saber para imprimir con tipografía de plomo es que cuantos menos materiales haya en el molde mejor. Así que de regletas de cícero, pasé a blancos de 6x10 y luego quité todas las piezas de 6x10 para poner dos imposiciones de 32x10 y 20x10, más dos cíceros; porque necesitaba 54 líneas y no era cuestión de poner nueve blancos de 6x10.


Y al final tienes el primer color compuesto. Y entonces te das cuenta de que estás utilizando como trapo un trozo de la camiseta que te dieron en 2003 cuando nadaste la travesía a la isla de Benidorm.



El trapo y la bruza han sido necesarios en todo momento porque los tipos que estoy utilizando vienen de una imprenta que estaba abandonada y aunque diría que muchos están sin estrenar, están muy sucios, de barro principalmente, así que conforme componía iba cepillando y limpiando con el trozo de camiseta y un poco de disolvente. Necesitaba ver en el momento si algún tipo estaba dañado y cambiarlo inmediatamente, porque después, con toda la "piscina" compuesta iba a ser más difícil cambiar los cuadratines dañados.

Y llega el momento de cerrar el molde y entintar. Y debéis saber que la esquinita de pantonera que se ve en varias fotos no es de atrezzo, la pantonera estuvo encima de la máquina todo el tiempo que pasé componiendo porque no me decidía sobre qué azul utilizar.

Una vez decidido el azul saqué la primera prueba y llegó lo inevitable, cambiar los tipos dañados por otros en mejor estado.

Estos tipos se van al chatarrero.

No sé si se ve, porque la foto es mala, pero esta es la primera prueba y marcados con lápiz están los tipos que había que cambiar porque no se imprimían bien.

Y una vez cambiados los tipos, y cortado el papel (al final me decidí por un formato raro, 30x50, para que se asemejara a una calle de piscina), empecé con la impresión. 80 pósters más o menos.

Limpia la máquina.

Después llegó la hora de distribuir el molde del "agua" y componer el molde de la "T". Esto —cómo lo diría— fue una tarea entretenidita, que incluyó algunos momentos de drama cuando pensé que se me desmontaba todo el molde.



Pero lo conseguí, y me puse a mezclar cyan con azul reflex al 50% para imprimir el segundo color. Además había que componer el texto, bueno, las cuatro letras.


Y ¡ya está!


Hay dos versiones del póster disponibles, la española, que es tirando a nihilista, y la inglesa, que es más motivacional ;-)  Cosas del idioma.









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